La importancia del fuego para la humanidad
Cuando el Dr. Higinio Marín explicó el tema del fuego en una de las clases del curso Sociedad y Cultura, recordé la obra de Esquilo, Prometeo encadenado:
Porque robando tu flor, el
resplandor del fuego, origen de todas las artes, se la entregó a los hombres.
Ha de pagar la pena a los dioses por una falta como esta, para que aprenda a
soportar la tiranía de Zeus y a renunciar a sus sentimientos humanitarios.
En esta obra, Prometeo es castigado por entregar «un
honor a los mortales», algo que solo estaba reservado para los dioses: el
fuego. La genialidad del dramaturgo griego Esquilo y las palabras de nuestro
profesor Higinio Marín nos llevan a reflexionar sobre la importancia de este
elemento para la humanidad.
El uso y el control del fuego por parte de los
Neandertales y los Homo sapiens data de aproximadamente 1.6 millones de años
atrás. Probablemente, los sapiens usaron el fuego por primera vez, aunque hay
estudios que aseguran que fueron los Neandertales, quienes con piedra, tierra y
madera aprendieron a controlarlo para cocinar y mantenerse cálidos en sus
resguardos:
De acuerdo con Andrew
Sorensen, el fuego fue un elemento clave para que los Neandertales y otros
homínidos evolucionaran. Así lo demuestran los restos de actividades que
aquellos seres humanos primigenios dejaron en una cueva en Sudáfrica con más de
un millón de años de antigüedad. (Fisher, 2022)
En la actualidad, no reflexionamos de manera cotidiana
sobre la importancia de este elemento, porque, desde luego, la mayoría de
familias no depende de una fogata en el centro de sus hogares. Pero para los
hombres que lo descubrieron significó la supervivencia: calentarse para
protegerse del inclemente clima, ahuyentar a distintos animales, cocer los
alimentos, iluminar los caminos para poder migrar, fundir materiales para crear
herramientas, entre otras actividades de vital relevancia dependían del fuego; que,
en palabras de Prieto, «ha sido el agente transformador por excelencia de la
humanidad» (et. al, 2011, p. 9).
En su artículo «Vigilar el fuego es vigilar la
indefensión humana» (2020), el Dr. Marín explica que el hombre superó los
obstáculos de los movimientos de rotación y de traslación gracias al fuego: «una
vez vencida la oscuridad y el frío de la noche y del invierno, el hombre pudo
poblar las zonas templadas y frías del planeta». Por eso, se puede afirmar que «el
fuego fue una victoria, el primer triunfo de la especie sobre los movimientos
astrales».
Para el Dr. Marín «el sapiens experimentó el espanto
general que ocasionaba el fuego a otros seres terrestres y aéreos». Esta idea
se relaciona con lo que afirma Prieto (et. al, 2011, p. 19) sobre los cazadores
patagónicos tardíos, quienes usaban el fuego «para señales, para calentarse
durante una cacería o para protegerse de los pumas». Pero cabe añadir que, a
pesar de la gran ventaja que este elemento le ofrecía al hombre, también ponía
en peligro su propia vida, pues el viento podía direccionar el fuego
violentamente contra los cazadores.
Otro aspecto relevante del fuego es que se relaciona
con el concepto de «hogar». En todo grupo de sapiens había unos cuidadores del
fuego para que los demás se vayan a cazar o a recolectar. Pero lo que parece
más significativo es que lo cuidaban para que otros puedan dormir alrededor de
él, es decir, vigilar el fuego era también vigilar el sueño de los demás: «y es
una imagen adecuada de cómo la civilización, a pesar de todo, depende de esos
espacios de templanza donde cabe estar a salvo. Velar la indefensión ajena es
vigilar el fuego del hombre» (Marín, 2020).
Por otro lado, el fuego permitió que los hombres cuezan
sus alimentos, con lo que obtenían más energía:
Si desglosas las principales
fuentes de energía en la dieta humana, provienen de los carbohidratos, las
proteínas y lípidos, y el calor y la cocción las transforma y las hace más
disponibles para los humanos. El calor expone esos nutrientes permitiendo que
nuestras enzimas digestivas hagan su trabajo más efectivamente. (Rowlatt y
Knight 2022)
El fuego ha hecho del hombre la única especie sobre
la Tierra que cuece su comida.
Además, la cocción de los alimentos se relacionó con
la evolución de nuestra biología y representó una gran ventaja para nuestro
sistema nervioso, en comparación con los de otras especies. En realidad, fue un
proceso cíclico: cuando el cerebro fue evolucionando, el hombre encontró otras
maneras de obtener calorías de los alimentos (no solo la cocción, sino también
la trituración, por ejemplo), lo que a su vez permitió el desarrollo de cerebros
más inteligentes:
Estamos en un primer lugar
muy distante en comparación con todas las demás especies, pues tenemos 16.000
millones de neuronas en promedio. El siguiente en la línea es el gorila y los
orangutanes con 8 a 9.000 millones de neuronas. Luego tienes chimpancés con 6 a
7.000. (Rowlatt y Knight 2022)
El fuego redujo los riesgos de bacterias en los
alimentos y de toxinas en los vegetales. Y, en general, le facilitó al hombre la
masticación y la digestión.
No obstante, según algunos autores como Steph Yin, aunque
las ventajas de este elemento fueron contundentes para la evolución del ser
humano, también existieron desventajas:
En algunas ocasiones, el
humo les quemaba los ojos y los pulmones. Es probable que la capa exterior de
su comida estuviera carbonizada, lo cual pudo aumentar el riesgo de desarrollar
algunos tipos de cáncer. Al estar reunidos en un solo lugar, también era más
fácil que se transmitieran enfermedades. (Yin, 2016)
Asimismo, cabe mencionar la relación entre el uso
del fuego y la contaminación del medio ambiente. Por ejemplo, la quema de
carbón que sigue generando emisiones de CO2, considerado uno de los principales
causantes del cambio climático.
En conclusión, no cabe ninguna duda de que el fuego
influyó de manera determinante en la evolución de nuestra especie, que vivía
limitada por la noche y el día. Metafórica y literalmente, el hombre encontró
luz en un mundo de tinieblas. En palabras de Higinio Marín (2020. La Navidad): «Nuestras viviendas siguen
siendo los lugares del fuego, el “hogar”, donde nos protegemos del frío, la
oscuridad y la indefensión».
Bibliografía
Fisher, A.
(2022). Los primeros homínidos en
controlar el fuego no fueron los Homo sapiens, sugiere un estudio. National
Geographic en español. Recuperado de
https://www.ngenespanol.com/ciencia/los-neandertales-controlaron-el-fuego-antes-que-los-homo-sapiens/
Marín, H.
(2020). La Navidad. Consideraciones
antropológicas. Blog MUNDUS. Recuperado de https://mundusunaarqueologia.blogspot.com/2020/12/la-navidad-consideraciones.html
Marín, H.
(2020). Vigilar el fuego es vigilar la
indefensión humana. Blog MUNDUS. Recuperado de
https://mundusunaarqueologia.blogspot.com/2020/02/vigilar-el-fuego.html
Prieto, A.; Morano,
C. y Massone, M. (2011). Clima, fuego y
humanos en América Austral. Revista de Arqueología Americana. Recuperado de
https://web-s-ebscohost-com.udep.basesdedatosezproxy.com/ehost/pdfviewer/pdfviewer?vid=0&sid=ba8a5fd3-209e-4a59-bb72-0c5a814de863%40redis
Rowlatt, J. y
Knight, L. (2022). Cómo
aprender a cocinar nos hizo más inteligentes. BBC News. Mundo.
Recuperado de https://www.bbc.com/mundo/noticias-59824325
Yin, S. (2016). El
descubrimiento del fuego también trajo efectos negativos para los seres humanos.
The New York Times. Recuperado
de https://www.nytimes.com/es/2016/08/16/espanol/el-descubrimiento-del-fuego-tambien-trajo-efectos-negativos-para-los-seres-humanos.html?auth=-google1tap
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